Para abordar este último reto, he decidido hacer una pequeña reflexión sobre cómo, desde cualquier puesto que ocupemos en las Administraciones Públicas, podemos contribuir al avance de la igualdad. Como integrantes de una organización, poseemos la capacidad de emprender acciones que promuevan la igualdad de género. Nuestro cuerpo, grupo, nivel jerárquico, posición o funciones no deberían constituir un obstáculo para integrar la perspectiva de género, tanto en nuestras responsabilidades como empleadas y empleados públicos, como en nuestra conducta en el entorno laboral. En primer lugar, es esencial que reflexionemos sobre posibles sesgos de género en nuestras creencias, incluso si no son conscientes. Reconocer y cuestionar nuestras percepciones, es un paso importante para promover la igualdad de género. Podemos prestar atención a indicios de desigualdad de género en el lugar de trabajo y ser modelos a seguir en nuestras interacciones con colegas, con el resto de personal y con cual